Es gratificante ver a los chavales desfilar por el huerto, que vean el trabajo de todo un año, de cómo una semilla puede dar lugar a una planta mas grande que ellos, hay a quien le da repelús solo el hecho de arrimarle una ramita de una planta aromática para que identifique su olor, y sin embargo hay otros más atrevidos que comen pepino a las diez de la mañana, algunos incluso siendo la primera vez que lo prueban impulsados por otros que afirman que les gusta mucho, hubo incluso quien quiso probar y de hecho ante su insistencia comió remolacha roja. Y el último día comieron un melón del huerto que sufrió un accidente, y se quedó pegado a las manos de un niño.
Los niños lo pasan bien.Para algunos son muchas cosas nuevas que no habían visto nunca, hay quien no distingue entre una lechuga y un repollo o entre un calabacín y un pepino, incluso hay quien ha llegado a decir “que hacen las cebollas tiradas en el suelo”, no les gustan las patatas del huerto, están sucias y hasta tienen un poco de tierra. “¿Por qué no habéis sembrado patatas fritas?”, pregunta un niño, y Julián le responde que para el año que viene vamos a plantar patatas fritas si salen y además en bolsa, las repartimos en el recreo. A todos les gustan las fresas del barril.
Han acabado las visitas, pero todos quedáis invitados a dar un paseo por el huerto.